viernes, 28 de noviembre de 2008

Reflexiones sobre la docencia

Al plantearnos la cuestion acerca de los problemas concretos propios de la enseñanza de Historia y su resolución creo que lo primero que debemos hacer es mirarnos a nosotros mismo y preguntárnos por qué decidimos dedicar nuestro tiempo y nuestros esfuerzos a estudiarla.



La respuesta más común será probablemente la más simple: nos gusta la Historia.



Debemos por tanto trasmitir nuestra afición, en ocasiones pasión, por la Historia al alumnado. No podemos reducir la docencia a un mero discurso explicativo, sea propio, sea obtenido de un libro de texto, que no hará sino aburrir a los alumnos. Nuestra obligación ha de ser que el alumno se sienta atraido por la Historia y que esta despierte su curiosidad, y para ello podemos valernos de una serie de métodos tales como la proyección de películas, las visitas (incluidas las virtuales) a museos y monumentos; en fin cualquier actividad que se salga de la montonía de una clase, que sea más atractiva para el alumno y que le haga sentirse implicado. Aunque si bien es cierto que exiten algunos datos que el alumno tiene qe conocer inexcusablemente, de esta manera podríamos hacer ver a los alumnos los distintos tipos de sociedades dadas en la Historia en todos los aspectos -pensamiento, arte, vestimenta, relaciones, religiosidad, política, conflictos, edificios, etc- con lo que cada uno podría al menos quedarse con uno de ellos, sentir curiosidad e indagar sobre el mismo, y además se darían cuenta de la existencia de diferentes valores a lo laro del tiempo y de los cambios en los mismos, lo cual es ya una valiosa lección de Historia.